martes, 13 de enero de 2009

Piense con la parte alta del cerebro

El otro día me afanaron. Sí, me afanaron. El cuento no importa: entraba en el edificio y un tipo se me metió y le di la guita. El tema es el globo aerostático que generó esto. Primero: yo me considero –a veces- solidaria, y cuando –inocentemente- vi un chabón que buscaba las llaves para entrar, automáticamente lo hice pasar, porque me revienta la gente que te cierra la puerta en la cara y da doble vuelta a la llave. Pero bueno, estuve despistada. Así que el tipo me pidió la mochila con un arma (probablemente de juguete y sin apuntarme), y finalmente sólo le di el dinero. No me hizo nada ni se quedó adentro del edificio. Por supuesto que me cagué toda. Pero la cosa quedó ahí. La cuestión es que cada vez que cuento esto, mucha gente reacciona de modo sobredimensionado. El otro día, sólo por pedirle al taxista que me dejara en la puerta porque me habían afanado, me tuvo todo el viaje contándome de lo hijos de puta de los peruanos que afanan en Constitución, etc etc, y que él un día bajó la ventanilla y le pegó una trompada a uno… Yo no veía la hora de que me dejara en mi casa y se fuera. Y, por supuesto, me arrepentí todo el viaje de mi comentario. Después, algunos amigos me vienen con “ay, sí, está terrible la cosa… la inseguridad está cada vez peor… bla bla”, y ahí entonces, acto seguido, viene el obvio ejemplo: “a fulanito le pasó tal cosa”, "a menganito tal otra". Y es una bola de nieve. Sí, puede ser que haya ahora una bandita en mi cuadra, pero también creo que es una cuestión de suerte. Sí, puede ser que esté más jodida la cosa, pero matando bolivianos no vamos a zafar, eh… Ni metiendo en cana a pibes de 12 años. La cuestión es que ahora en el edificio yo soy la pobre víctima del octavo B. Y es gracioso, porque uno solo me preguntó qué había pasado pero parece que se corrieron varias bolas y “rumores” acerca de "el hecho de inseguridad". La gente es morbosa y agrega o cambia detalles. No sé. Leete un policial, ¿no? Y saciá tu necesidad… Stephen King puede ayudar... Pero desde entonces, que es el segundo robo en dos meses en el edificio, implementaron una serie de medidas de seguridad, en mi opinión, bastante desacertadas. En la entrada hay un foco que te deja ciego cuando pasás. Eso no está mal. Y al caminar por el pasillo, además de las que hay, se encienden luces extra. Hasta ahí, todo bien. Ahora: no sé cuánto puede salir pero no hay cámara alguna, y menos un chabón de seguridad toda la noche (esto sí debe ser caro, mejor no lo propongo). Pero creo que prefiero la camarita a la lamparita… Ahora, la que me pareció más ridícula fue la medida “obligatoria” que se implementó esta semana: además de la puerta de entrada, después de caminar unos pasos, pusieron cerradura a otra puerta de vidrio (y hay que cerrarla siempre, si no, te miran mal), y recién después de abrir esta segunda puerta podés acceder a los ascensores, al edificio en general. La cosa es: si a mí me pasa lo del otro día, o si entra un tipo que me quiere asaltar, afanar, violar, etc., no llego a abrir la segunda puerta (cerradura que por cierto es bastante dura y costosa de abrir), me quedo en ese especie de zaguán vistoso encerrada con el tipo, es decir: ni siquiera puedo correr a portería para pedir auxilio. Yo intentaría bajar el nivel de ansiedad, la verborragia, la película de la inseguridad, y pensar algo más útil, como por ejemplo, cómo incluir más gente en el sistema, o cómo cambiar la cultura del “zafe y siga” por otra.

No hay comentarios: